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En esta muestra, pongo a vuestra disposición un número reducido de pinturas mías. Estas, todas, han sido pintadas en la decada de los noventa y fotografíadas entonces. La resolución y calidad de las fotografías, de las que pude rescatar, no son las óptimas y esto salta a la vista desde un primer momento.
En estas pinturas he utilizado pigmentos habituales de los óleos combinándolos con las de los esmaltes. Es sabido que los pigmentos, en caso de las pinturas, son polvos muy finos que reflejan o absorven la luz, y que de ello obtiene su particularidad coloreada. Gran parte de la belleza de una pintura se debe a la combinación inspirada de estos pigmentos... sustancias inertes de la naturaleza que toman vida gracias a la sutilidad de una mano y del pincel que la unta. La vida siempre toma sustancias inertes para poder vivir, la vida sin las sustancias inertes no podría vivir.
Óxidos inorgánicos son embadurnados en una tela cuando la inspiración y toda la poderosa influencia de la musa apropiada susurra en el corazón humano una de sus tonadillas auspiciosas. Sulfuros e hidroxidos, se añaden y combinan a aquellos con la saturación que el momento, con todos sus eventos emocionales que las circunstancias humanas ajenas desenrredan de su ovillo de dramas. Cromatos y algunos polvos orgánicos, con toda su fuerza emocional y emotiva de las propias vivencias, también estan presentes en esta tenue concepción... mientras haya un espacio por llenar en el universo del lienzo.
Aquellas criaturas, sean estas de seres vivos o inertes, que decidieron tomar cuerpo de óxido férrico sobre la piedra antigua, son inmortales; aquelllas criaturas que hoy se animan a posar sobre una tela estan convencidas de su futilidad. ¡Ah!, ¿en qué momento nos animamos, a añadirles a los óxidos, aceites de poca importancia? |
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Génesis. Oleo y esmalte sobre tela, (100 x 100 cm.) |
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Tal Vez. Oleo y esmalte sobre tela, (100 x 90 cm.) |
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Exhalar. Oleo y esmalte sobre tela, (100 x 130 cm.) |
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Destello. Oleo y esmalte sobre tela, (120 x 100 cm.) |
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Fracaso. Oleo y esmalte sobre tela, (110 x 100 cm.) |
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Espera... Oleo y esmalte sobre tela, (100 x 130 cm.) |
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Gomor Oleo y esmalte sobre tela, (140 x 100 cm.) |
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GÉNESIS |
¡Sí! Misterio en la música; |
busca la solidez. |
Sonidos veraces |
vibran... más vibran |
tras la densidad. |
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TAL VEZ |
Has sentido un frío |
más atroz que el nocturno |
en invierno. |
Tanto frío que congelaba el alma |
y toda espiritualidad. |
Con todo esfuerzo perdías calor |
y pronto la vida se te fue. |
Cuando llegaron brisas cálidas |
tu propio frío de cadáver las/ congelaba |
y la primavera siguiente fue mustia. |
Buscaste el calor con vehemencia |
en cada rincón hirviente |
de la existencia... y nada |
Estando en esto |
oíste un doloroso grito salido de/ tus entrañas: |
—Deja todo. |
Y le preguntaste: |
—¿Qué todo? |
—Tu mente, tu cuerpo,... tu alma./ Todo. |
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EXHALAR |
Asomémonos a las profundidades. |
Allí las tinieblas tienen otro nombre, |
son de otro color, ajeno al oscuro. |
Allí, también el tiempo toma colores/ |
diferentes, |
y en competencia trata de mejorar/ los colores de la eternidad. |
Tu, pregúntale al tiempo: ¿qué hace/ en las profundidades?, |
y a la eternidad: ¿por qué está/ escondida allí? |
Y también: ¿De qué vive el tiempo/ en lugares tan inhóspitos, |
lo mismo que la eternidad/ |
alejada de todo lo existente? |
—Tiempo ¿aceptas una pregunta/ mía? —te oigo decir,/ |
interrumpiéndome. |
Y el tiempo sonríe sin asentir. |
¿Qué tiene allí, dentro suyo el/ tiempo, |
que es difícil saberlo?, |
y continúa sonriendo. |
Y ya cuando la expresión suya es/ imposible, |
le reclamas: |
—Tiempo ¿Qué eres? |
—Lo que tú eres... —filosofa. |
Es definitivo. Ahora te interesa la/ eternidad, |
y está allí insondable... ¿Es... o no/ Es? |
Etéreo, sin vida ni muerte y también/ |
le espetas: |
—¿Qué eres?... |
La interrogación es un eco que/ fácilmente |
se pierde en las profundidades de/ su desconocida anatomía.
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—¿Qué eres?... |
Las palabras se difunden y/ desaparecen |
a través del tórrido desierto sin fin/ |
que es... eso, o él. |
—¿Qué eres?... |
¡Aterra la no respuesta! |
Por último: |
—¿Quién eres?... |
Algo expelen sus poros, tenue/ como la muerte: |
¿¡Soy lo que soy!?... |
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DESTELLO |
Oye el verbo de la naturaleza. |
No, no emplees los oídos, |
olvídalos con el barro de tu materia; |
es silencio suntuoso, inmenso. |
Abrid la puerta de los sonidos/ inaudibles; |
allí adentro del colosal abismo tuyo |
chispazos henden. Incomprensible/ ¿verdad? |
No podrás entender más, |
persiste, llama, pide, |
todo lo tienes dentro de ti. |
Pero en este momento ¡sólo tienes |
oscuridad e infiernos, |
de cielos nada! |
Más chispazos, luego relámpagos, |
y la tempestad pincela una rural/ comarca, |
¿el único camino empedrado a/ dónde va? |
¡Atención aquí, por el camino!.../ Ssssth, algo viene. |
¡¿Qué es eso?!... |
Indescifrable, posee cuernos y cola |
o alas celestes y nimbo; |
para ti es lo mismo, no puedes/ diferenciar. |
¡Ignaro, aterras!, |
¡tienes al caos dentro de ti y nada/ sabes de él! |
Debes reconocer el desorden ese, ¿ya?; |
cuando empieces a distinguirlo... tal vez más tarde. |
Entonces haced la luz ¡separadla/de las tinieblas! |
¡Colocad la tierra aparte de las/ tinieblas! |
¡Colocad la tierra aparte de las/ aguas! |
¡Trabajad bajo los relámpagos, |
fabrica más luz!/ ¡Fabrica el día... |
el primer día! |
¿Qué tienes enseguida? |
¡Luz, más Luz! |
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FRACASO |
Una porción de alma mía tuve que/ entregar, |
mi amigo lo necesitaba. |
Sintiendo poemas gloriosos en la/ sangre |
caminé por vías de espanto en su/ busca. |
Cada piedra, los árboles, toda/ sombra, |
despedían un efluvio de muerte. |
Su casa, llegue. Llamé. |
Un solemne gong no sonaría como/ la puerta. |
Sin respuesta, entré. |
Nadie... Nadie... Sólo rastros, y/ saliendo se extraviaban/ |
por el bosque. Los seguí. |
Rápidos esos pasos. Yo también, |
pero se alejaba, |
cada vez los sentía muy lejos, huía. |
¿Cómo llegar a ti si no me lo/ permites? |
¿Es que no descansas? |
Recuerdo el momento que me/ detuve, |
tan sólo la fracción de un respiro/ acelerado, |
y duplicaste la distancia. |
Amigo... Amigo, si supieras cuán/ lejos me tienes |
quizá te permitirías un asueto. |
¡Detente!, es mi súplica. |
Camino más. Viajo. |
Las miasmas, los bichos, y los/ peligros, |
todos me temen en este/ peregrinaje... |
y tú ¡Tú... no es posible! |
Aún tengo esperanzas; |
sigo tu rastro, ya difuso por el/ tiempo, |
pronto es idéntico al que dejó |
las patas de un animal. |
Apuro mis lentos pies; |
cuando sé que estás cerca, |
que te voy a alcanzar, |
el lodo se hace más resbaloso. |
¡Pero ya tu rastro es inconfundible/ como el de un reptil! |
Y al levantar la mirada te veo, |
diminuto, gastado, desmenuzándote en descompuestas migajas. |
Arrastras tu pavoroso cuerpo./ Lento. Lento. |
Poco me falta, algunos pasos para/ |
alcanzarte... |
¡Horror! ¡Delante tuyo una puerta/ irremediable se te abre! |
Te grito: ¡Espera, traigo tu alma! |
Y, tú, ya bicho corres... me/ consideras la peor amenaza. |
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ESPERA... |
no puedes ir más allá del mundo/ que conocemos, |
todo lo sabemos, |
todo lo tenemos, |
no existe otra cosa", oyes. |
"Te amamos, |
somos la oportunidad que/ necesitas". |
Y el tiempo transcurre/ sedimentándose |
en gruesas capas de azar. |
Pero otra voz, muy de tu interior, |
te dice "¡Adelante!" en otra/ dirección. |
Son anhelos infinitos, |
te llevan por el misterioso camino/ |
de la sabiduría |
que en tu caso es AMOR. |
No vacilas, sabes que lo que dejas |
pertenece al reino del miedo, de la/ tristeza; |
lo comprendes y perdonas. |
¡Ah! El talión y su ley, quedan atrás, |
ahora bien sabes que el azar sucede/ por causas erradas. |
Pero en realidad el azar no existe, |
a quien le toca se lo merece, |
pero no es azar. |
Caminas sin volver la mirada serena, |
dulce y sutil. Encontrarás |
todo lo que buscas, |
seres de lógica muy bella, infinita |
y ¡serás como ellos! |
Y caminas comprendiendo tus/ temores y, |
reduciéndolos a polvo. |
Pronto tus dioses |
serán incomprensibles para los/ demás; |
"¡ajenos!", dirán estos,/ "¡aterradores! |
Sencillos para ti, sinceros, puros. |
"Espera..." Las espantadas voces/ de tus congéneres |
pronto sonarán como tristes/ aullidos de lobo, |
y más tarde emularán el raspido de/ los minerales. |
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