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PINTURA
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Actualizado: Martes, Marzo 14, 2023
   
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Pintura

PINTURA

 
MURO DE PINTURA  
 

En el año de 1999, cuando realizaba una muestra de Pintura en dos salones del Instituto Superior Thomas Jefferson, un centro de estudios perteneciente al Instituto Cultural Peruano Norteamericano de la ciudad de Arequipa, escribí un párrafo que se imprimió en el catálogo de mis obras de entonces. Ahora vuelvo a traer ese párrafo, con toda su efervescencia literaria:

"Muchas personas, especialmente estudiantes de escuelas de arte y algunos conocedores de arte, opinan que las pinturas que hago se encuentran dentro de la corriente del Subrealismo, por aquel río de aguas muy conocidas por el que navegan Dalí, Miró, Magritte y varios otros. Pero inmediatamente mi respuesta es... “no es Subrealismo lo que hago...”

Esa corriente pictórica deforma la realidad, convirtiéndolaen una fantasía; algunos de ellos en sus pinturas tratan de explicar el subconsciente de manera subjetiva, de manera irreal. Yo les digo, “... que lo mío se encuentra al mismo nivel que la realidad común, nuestra identidad psicológica no se encuentra por encima ni por debajo de nuestra realidad... ¡Somos lo que somos!...” Nuestra identidad psicológica se manifiesta a través de lo onírico sin que la mente urda alguna fantasía. Allí en esa dimensión paralela, donde también se desenvuelve nuestra vida, un defecto puede tomar la forma de un monstruo aterrador o una virtud puede estar revestida con ropaje sublime. Con esto último estoy diciendo que nuestra vida psicológica se encuentra revestida de formas simbólicas y arquetípicas y pueden ser descifradas o interpretadas cabalmente.

El Subrealismo o Suprarealismo, es una fantasía urdida por la mente, por el intelecto. Y el realismo del que hablo es la vida misma en dimensiones muy sutiles, en un plano diferente donde se mueve y vive el ser humano.

Por ahora no le encuentro un nombre mejor que el de REALISMO ONÍRICO. Una expresión filosófica de la realidad humana.

En una de las exposiciones de pintura que realicé, una pintora resumía una pregunta que otras personas se habrían atrevido a preguntar, luego de recibir mi consabida respuesta de que no es Subrealismo lo que hago, me espetó de manera directa, casi acusativa, “...entonces, ¿estás creando una nueva corriente pictórica?”. Mi respuesta inmediata fue, “¡No! ¡Ella nace naturalmente, de esa manera!”. Realmente, en mis pinturas no hay nada de intencional, nada que me inspire de manera ficticia a improvisar con una sugerencia fantástica y que rompa con la estrictez natural... Estrictez de un mundo psicológico.

En esto del REALISMO ONÍRICO, significa la capacidad de penetrar concientemente en el mundo de lo onírico o por lo menos de intuirlo de manera exacta a través de las manifestaciones expresadas en nuestra personalidad, en nuestros defectos y virtudes, en nuestras fobias y amores, en nuestras neurosis y corduras.

Existen personas que, perfectamente, pueden ingresar de manera conciente en lo onírico, son personas dotadas de cualidades especiales brindadas por la naturaleza como un inapreciable premio o que lo adquirieron a base de una estricta disciplina que las comprometió a conocerse a sí mismas. Conocerse a sí mismas significa conocer todo el ilimitado ambiente donde se desenvuelve su mente; buscar allí pacientemente en los recovecos más íntimos de la mente la razón de desconocerse verdaderamente; esa razón que les permite ignorarse a sí mismos generacionalmente. Significa una observación voluntaria... de sí mismo, permanentemente, para descubrir cosas insospechadas, ignoradas y por que no cosas escondidas y perdidas.

Algunas veces el REALISMO ONIRICO podrá ser confundido con el Subrealismo, pero en verdad la diferencia es que en aquella todo puede ser explicado cabalmente y en esta la fantasía es obvia. En el REALISMO ONIRICO pueden existir formas aparentemente caprichosas, grotescas, pero en el fondo explican aspectos íntimos tortuosos, dolorosos: son conceptos comprimidos que pueden desenvolverse como un intuitivo y exacto refrán, como una máxima de la vida ordinaria escondida en la intimidad. Son máximas del desenvolvimiento humano y consigo mismo..., especialmente de esto último.

La fantasía, lo ordinario, tiene un límite y es como un charco de agua en un día soleado, se seca. Por el contrario, la realidad es como un lago repleto de vida, o como un manantial de aguas limpias con objetividad perenne. Es posible degenerar la fantasía o endiosarla o semejarla a la realidad, pero la realidad misma brota naturalmente y su poesía explica su procedencia.

Eliminar de nuestro mundo interior las formas defectuosas significa curarnos, recuperar la salud interna y del conciente, que en realidad es lo que llamamos subconsciente, de allí no brota jamás nada de fantasía.

El subconsciente no debe dominar nuestra vida, porque de ella brota la fantasía, de sus oscuros compartimientos. Destruyendo la razón del subconsciente ya no existen fantasías, todo proviene de una cordura exacta; alcanzamos la niñez.

El REALISMO ONÍRICO es la expresión filosófica de las actividades internas humanas; el disimulo no puede alterarlas, por el contrario las hace más evidentes. Es la expresión psicológica, porque ella nos dice de nuestra calidad humana. Es la poesía interna y brota naturalmente sin interferencias de ninguna índole.

Hasta aquí lo escrito entonces. Y ahora añado:

El Subrealismo o Surrealismo, deforma las cosas. El REALISMO ONÍRICO, transforma las cosas. El Subrealismo, cuando pinta una cosa o a una persona, la deforma. El REALISMO ONÍRICO, de la misma cosa o persona, pinta su realidad interna, toma un sinónimo suyo, la metamorfosea. El Subrealismo, toma una manzana y al ser esta deformada siempre hay algo que la identifica como tal. El REALISMO ONÍRICO, de la misma manzana hace una gota de rocío melífero o un cáliz floral lleno de néctar, la metamorfosis es absoluta. Una chica, una jóven, en manos del subrealismo se modificará extravagantemente, la misma chica en manos del REALISMO ONÍRICO podría metamorfosearse en un manantial de aguas cristalinas con un fondo de un día de primavera o en un ojo enigmático abierto en la oscuridad más densa.

El REALISMO ONÍRICO, diferencia entre lo que significa imaginación y fantasía. La imaginación proviene de compartimientos íntimos nuestros, de allí donde nace y discurre un maravilloso manantial de aguas curativas, regeneradoras e inspirantes. En las orillas de este manantial viven las musas con todo el esplendor de la belleza, ellas traen toda la vitalidad de una sexualidad eternamente joven. Estas aguas poseen la vitalidad de la uva cristalizada en el vino para un ritual regenerante. La imaginación cultivada se convierte en inspiración y la perseverancia convertirá a esta en intuición conciente, en un conocimiento de las cosas en su exacta realidad. La fantasía no es más que una sombra de olor repulsivo saliendo de ignoradas covachas de nuestra mente. Allí vive lo salvaje nuestro, esas caricaturas lloronas que se empeñan en arruinarnos la vida.

En una ocasión luego de un largo discurso, oí concluir a un orador, refiriéndose a la fantasía que "...La fantasía es solo fantasía...", significándolo como algo innocuo e inocente. Dentro de mi, repliqué: "¿Si una persona sea hombre o mujer, tiene la fantasía de tener relaciones sexuales con otra persona, es tan solo fantasía? No lo es, la mente nuestra urde esas manifestaciones desde un asiento íntimo oscuro y tortuoso, de uno de esos antros donde se esconde la absurda lujuria. Si una persona tiene la fantasía de poseer los bienes: dinero, propiedades, de otra persona, sin mercerlo, es solo fantasía? No lo es, entonces en nuestro interior ya existe la caricatura de la codicia. ¿Si una persona tiene la fantasía de asesinar a otra persona, es solo fantasía? No lo es, estas escondidas manifestaciones de la mente surgen por que dentro de nosotros ya existe el monstruo del homicidio. ¿Si cualquier individuo tiene la fantasía de hurtar un banco, lo hace con todas sus consecuencias que pudieran derivar en otros daños a otras personas, es solo fantasía? No lo es, significa que en nuestro interior ya vive con toda su perversidad el parásito del robo. ¿Si cualquiera de nosotros tiene la fantasía de humillar a otro congénere y causarle pequeños o grandes sufrimientos psíquicos, es tan solo fantasía? No lo es, estas delictuosas hazañas derivan de oscuros compartimientos de nuestros interiores, allí anidan los venenos del odio, del orgullo y de la venganza, aliados con otros monstruos que allí viven. La fantasía, por muy inocente que parezca, no es tan solo fantasía proviene de un desequilibrio interno.

La fantasía destruye, la imaginación crea.

 
 
 
Soñar, ¡ah soñar! ¡Cuánto soñamos! La vida entera es un sueño, corto o largo pero es un sueño. Mientras durmamos todo concepto que esté relacionado a la vigilia será eso, sólo un concepto, una teoría, en suma un sueño.
Al soñador, todo le sucede, nada puede hacer por sí mismo. Las circunstancias que ocurren a su alrededor lo mantienen activo, si llueve busca la manera de no mojarse; si hace demasiado sol, busca la sombra, si alguién lo mira con mala cara, se entristece o busca airarse; si lo elogían, sonríe. En fin todo le sucede, nada hace por sí mismo.
Existen soñadores que sueñan no soñar. Sueñan de cómo son los despiertos y afirman que están despiertos. Sueñan decir que las cosas que hacen son trascendentales, que sus obras son revolucionarias, que están por encima de la realidad, ¡vaya mundo surrealista! Este mundo, una mascarada; las exageraciones y las extravagancias son parte inherente de la vida , se llora cuando se debería reir y se ríe cuando se debería llorar. Aquí en este mundo, lo feo es hermoso y lo hermoso feo, lo honesto es deshonesto y lo deshonesto es honesto.
Soñar, ¡ah, soñar! Nos gusta soñar. ¡La Historia!, estrambótica, llena de exageraciones, es surrealista, en suma, un sueño. Se sueña amar, se sueña a dios, ¡todo se sueña! Es necesario despertar, salir del sueño.
A los soñadores nos gusta, hablar del amor, de la verdad, nos gusta expresarnos de la ética, de la moral, tenemos la elocuencia cuando tocamos temas sobre la paz y el respeto al semejante, pero al mismo tiempo atacamos, encarcelamos y matamos a quienes actúan de tal manera, el drama del gólgota se repite muchas veces.
Despertar, volver a la infancia, ¡quién no quiere volver a la infancia! Veamos, tambien es otro sueño: ¡Matamos a los infantes! ¡No nos gustan los niños, ellos no tienen defectos, a escondidas queremos que ellos sean como nosotros, nuestro ejemplo es la mejor evidencia, pronto nos imitarán, así ¡que odien, que golpéen, que se venguen, que sean violentos, que suelten palabrotas!, les decimos al oído: ¡viva la tacañería! ¡la caridad es de los débiles! ¡la mentira es la norma! y muchas otras cosas más; el drama del gólgota se repite tantas veces.
Despertar, sí. Eliminar a estas criaturas surrealistas de nuestro interior, ¿de qué otra manera podremos despertar? ¿Nuestro cerebro de ebrio acaso podría encontrar una manera? ¿Acaso nuestra locura, de esa que busca un nuevo mundo y luego lo conquista a sangre y fuego con el fin de apoderarse de sus riquezas? O, ¿aquél fanatismo religioso que crea todo un sistema de inteligencia, jurídico, policial y verdugos propios para torturar y aniquilar a los "réprobos"?
 
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