Un organismo humano desequilibrado química, eléctrica y magnéticamente, es un organismo enfermo. La razón de este desequilibrio es la acción de los defectos psicológicos, los cuales tienen un enorme poder sobre nuestro cuerpo. Sus alteraciones son el producto morboso de cuanto hacemos sin el control de nuestras acciones.

La ira, acusa en el cerebro un torrente de compuestos químicos, eléctricos y magnéticos desbocados y ¿quién podría no imaginar, las consecuencias de esta actitud, culminar en un crimen? La ira desequilibra el sistema nervioso.

¿Tan inocentes son las masturbaciones que no nos entregan una factura para pagarla a corto y largo plazo? ¿Cuán natural se convierte la eyaculación sucesiva, el clímax desmedido, para postrarnos en el otoño de la vida con deficiencias psíquicas capaces de acarrear dolorosas consecuencias físicas?

El permanente actuar de los defectos psicológicos en nuestro organismo especialmente en nuestro cerebro, corazón y gónadas sexuales, nos lleva a una decrepitud rápida. Se degenera nuestro sistema nervioso, esto permite que también se degenere nuestro sistema digestivo; un estómago y unos intestinos arruinados, ya no poseen los factores principales para poder absorber sustancias esenciales de los alimentos. Se degenera nuestro sistema sanguíneo a la par del sistema linfático, haciéndonos más vulnerables a las enfermedades.

Los defectos psicológicos son perniciosos, ya los vemos desmielinizando nuestros cerebros, inutilizando nuestras mitocondrias, quitándonos o incrementando la acción del calcio en nuestros huesos, robandonos la insulina de los páncreas, desajustando la producción del yodo de las tiroides, y causando un sin fin de desequilibrios orgánicos.

Los defectos psicológicos, actuando a través del tiempo, han convertido en un infierno nuestra vida. Los defectos psicológicos, actuando hoy en nosotros permitirán que la vida futura continúe siendo un infierno.

¿Acaso no es el momento de decidirnos por un Edén, para la raza humana?